Los Pendones de Castilla y León
Su origen se encuentra en la lejana Edad Media de la que nos separa más de quinientos años. Tenemos numerosas noticias del uso de pendones por las milicias concejiles de los Reinos de Castilla y León cuando eran convocadas por el rey o señor correspondiente. Saliendo de este modo a combatir, bien durante la Reconquista cristiana, como en la formación y defensa del Viejo Reino de Castilla y León.
Por consiguiente, su origen es popular y militar, pero con los siglos, fueron asociándose a lo religioso, por lo que se popularizó su uso en las procesiones, romerías o en las rogativas, por ser uno de los elemento más característicos de la cultura castellana.
Hoy, la tradición de los Pendones resurge con fuerza en las romerías y vuelven a convertirse de nuevo en un signo, una seña de identidad de cada pueblo.
Su mayoría están realizados en seda de damasco y sus colores más comunes son: rojo, verde, azul, blanco y morado.
Su paño de damasco, es de color rojo carmesí por el Reino de Castilla y León, tiene 4m. de largo por 3m. de ancho. Su forma es casi rectangular, pues uno de sus extremos, termina en dos puntas desiguales y un corte central. A su vez, está dividido en 6 franjas iguales, separadas por unas tiras de color amarillo-dorado y rodeado todo él, por unos flecos del mismo color y grosor. La vara o mástil de madera que lo sustenta, mide 5 m. de largo y está coronado por una cruz metálica. Posee también un remo o guía y una cincha para su transporte. Actualmente se encuentra en la Iglesia de San Pedro y es uno de los símbolos más queridos de nuestro pueblo.