El historiador español Federico Bravo Morata, en su novela “La larga siesta de Dios” de 1978, hace una escueta referencia a Cogollos en la pág. 219 y siguientes, como un lugar con dos barrios donde en ocasiones, se podía dar el caso de llover en las tierras del Barrio de Arriba y no hacerlo en el Barrio de Abajo, o viceversa. Por lo que no era extraño, por aquellos tiempos, que los párrocos de cada barrio, cuando tocaba, saliesen de su respectiva iglesia, con sus feligreses en procesión, recorrieran sus calles cantando oraciones y de cuando en cuando, el cura se detenía, se arrodillaba, elevara sus ojos al cielo y pedía en latín que lloviese en su barrio de una santa vez.
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